Publicado en la revista Encontexto # 46
Conversando con el equipo editorial convinimos en el tema de este artículo: impacto climático en Sudamérica. No pretendo quitarle el cuerpo a la asignación. Sólo quiero hacer una puntualización: más allá de la situación climática, ¿cuál es el impacto de la educación en la región?
Lei a Aaron Hurst en “The Purpose Economy”. Él dice que “la educación de hoy está diseñada para robots”. Para robots considerando que, cuando fue diseñada en la era de la economía industrial, la clave estaba en líneas de montaje, eficiencia, obediencia. Eso ya no funciona hoy.
En el formato educativo actual, el cambio climático es una ecuación simple que resta el accionar humano en el resultado. Pero Arturto Villavicencio, del IPCC, ha dicho que “…el cambio climático es un problema de civilización, no de tecnologías”. Y el último reporte del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) dice que el cambio climático es antropogénico.
La transición de los países de la región hacia un crecimiento sostenible, el cambio de la matriz productiva de Ecuador, pasa por la educación.
Una LatinoAmérica biodiversa, innovadora, inclusiva, se logrará a través de actuar en favor de la educación. A todo nivel. Educar para cambiar la escala de valores buscando difundir el beneficio de la responsabilidad ambiental y social individual y corporativa.
¿Qué tan importante es?
LatinoAmérica es el espacio vital para el 23% de todos los bosques tropicales del mundo; el territorio del 31% de los recursos hídricos del planeta, del 70% de las especies del mundo y del 70% de la biodiversidad.
Pero también la región dónde más del 60% de hombres y mujeres y niños viven en centros urbanos. Y que registra un acelerado crecimiento poblacional. Una región con altas tasas de contaminación del aire; dónde 400 mil personas mueren al año por exposición a material particulado. Dónde 77 millones de personas no tienen acceso al agua potable, 100 millones de personas no tienen acceso a servicios sanitarios, y menos del 14% de las aguas residuales es tratada.
Según la FAO una región dónde se deforestan, cada año, cuatro de los cinco millones de hectáreas de árboles.
Una región muy heterogénea en términos de climas, ecosistemas, distribución de población, tradiciones culturales y acciones para mitigar el cambio climático. Un territorio propenso a heladas, inundaciones, precipitaciones, sequías, y grandes fluctuaciones en el ecosistema marino. Y esto, como efecto dominó, afecta a la soberanía alimentaria, índices de pobreza, niveles de escolaridad y bienestar de los 583 millones de personas que vivimos en LatinoAmérica.
Por cierto, la contribución regional a las emisiones globales de GEI (gases efecto invernadero) es baja: 4%. Pero la masiva y constante deforestación, el cambio antropogénico del uso de suelos, la urbanización, tienen el potencial de alterar el balance global de carbono.
Volvamos al tema inicial, ¿cuál es el impacto climático en Sudamérica?
La región es muy vulnerable a cambios de niveles de precipitación -sobretodo en Ecuador, Costa Rica, Panamá, Argentina-, cambios en los niveles del mar -sobretodo en Venezuela, Uruguay, Panamá y CentroAmérica-, cambios en la densidad poblacional -sobretodo en México, Brasil y Perú-, y disminución de áreas cultivables -en Ecuador, Perú, Argentina, Brasil, Chile y Uruguay-. Y este impacto climático se sentirá en las áreas de salud, alimentación y bienestar.
¿Qué hacemos?
Educar. Debemos generar un consenso entre gobiernos, empresa privada, tercer sector y comunidad para cambiar el comportamiento (de todos) hacia un crecimiento más sostenible. Ese cambio de comportamiento pasa por… educación. Concienciación. Persuasión.
Por ejemplo, si les digo que una familia ecuatoriana -en promedio- usa al año 1.040 fundas plásticas tipo camiseta,entonces, ¿pensarían en llevar fundas re-usables al supermercado?
Si les digo que el país consume 3.600 millones de fundas plásticas al año… entonces, ¿llevarían fundas re-usables al supermercado?
Concienciación, persuasión y acción.
Existen demasiados think tanks -tanques de pensamiento- pensando cómo resolver el impacto climático en cada uno de nuestros países. Creo que es hora de pasar a la acción. Debemos empezar a educar para reducir el impacto climático.
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