Me fue presentado como Jorge. Pero su nombre de montaña es Allpa.
Compartimos su cosmovisión. La necesidad de encontrar la armonía. La necesidad de volver a lo básico y agradecer, cada mañana, por el agua y por el sol.
Luego fueron llegando de a poco. Mi esposa, Mariuxi. Elena. Luego Cynthia. Y se sumaron de a poco a la conversación que empezaba a cautivar a todos. ¿Será el hablar pausado, bajo, profundo, lo que nos llevó a otras dimensiones?
Allpa habló del mundo maya, de la nueva dimensión, de calendarios, de cómo hemos depredado la naturaleza, de cómo debemos armonizar para sobrevivir. "Es cuestión de supervivencia", dijo. Sonreí recordando el slogan que cree.
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Luego Cynthia le preguntó "¿cómo te llamas?"
"¿Cómo quieres que me llame?", respondió.
Ella insistió, "¿cómo te llamas?"
"Ponme el nombre que quieras", respondió.
De allí en más, Cynthia le puso Kaliman. Y él la nombró "Rayito de sol".
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Elena le preguntó "¿cómo armonizamos hoy, en la ciudad, esa cosmovisión con esta realidad?"
"A través del cuerpo...", respondió.
"¿A través del cuerpo?", pregunté
"De manera consciente", respondió.
"A través del cuerpo...", respondió.
"¿A través del cuerpo?", pregunté
"De manera consciente", respondió.
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Todo debe ser armonía. Y para que así sea, debe ser consciente. Debemos agradecer, cada mañana, por el agua... de manera consciente. Debemos agradecer, por el sol. Cada mañana. De manera consciente.
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Gracias por compartir la luz, el jugo de naranja fresco y la hogaza de pan cortada con las manos.