lunes, septiembre 14, 2015

¿Es posible establecer nuevas formas de producción que incorporen a los más pobres para ayudarlos a lograr una mejor calidad de vida?


LA INTERSECCIÓN ENTRE INNOVACIÓN E INCLUSIÓN
Publicado en Alfa & Gamma # 343


¿Es posible establecer nuevas formas de producción que incorporen a los más pobres para ayudarlos a lograr una mejor calidad de vida? Me hice esta pregunta hace unos días, luego de leer la carta Encíclica Laudato Sí. Sobre el Cuidado de la Casa Común del papa Francisco.

Ustedes, ¿creen que hay un punto de intersección entre inclusión e innovación

Cuando hablo de innovación me refiero a la cualidad de crear algo nuevo. O como decía Joseph Schumpeter -quien introdujo este concepto- hablo del establecimiento de una nueva función de producción. 

Y cuando hablo de inclusión me refiero al concepto de inclusión social desarrollado en 1990 y que se define como el proceso que permite a las personas marginadas participar del nivel de bienestar alcanzado en un país.
“Dejar de invertir en las personas para obtener un mayor rédito inmediato es muy mal negocio para la sociedad”.
El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social”, dice la Encíclica.

Es que todo está conectado

La problemática socio-ambiental es responsabilidad de todos. Es una cuestión de políticas de Estado, de buenas prácticas empresariales, de ejercicios del tercer sector, y decisiones individuales. De hecho, la carta papal empieza confirmando las causas antropocéntricas de la crisis planetaria; y critica el consumismo, la cultura del descarte, la falta de decisión política para llegar a acuerdos verdaderos, el deterioro de la calidad de la vida humana, la inequidad, la pobreza y la degradación social.

La constante presión sobre los recursos naturales -somos más de 7 mil millones de habitantes en el planeta y cada 13 segundos hay una persona más-, la degradación creciente del ambiente debido a sistemas agrícolas inadecuados y a la explotación insostenible de los recursos, el cambio climático, la inequidad y grandes diferencias entre pobres y ricos, la pobreza -per se-, el consumismo creciente, la rápida urbanización del planeta, el aumento de conflictos interreligiosos, el acceso limitado a servicios básicos de millones de seres humanos, el privilegiar intereses corporativos sobre intereses públicos, la corrupción, nos ha llevado a que científicos coincidan en que las tasas de extinción llegaron a niveles que amenazan la existencia humana.

¿Estamos cerca de una nueva extensión masiva? 

 Científicos creen que el mundo está entrando en la sexta extinción masiva. La anterior se produjo hace 66 millones de años y acabó con los dinosaurios.

Paul R. Ehrlich, profesor del Stanford Woods Institute for the Environment ha dicho que que “estamos cortando la rama sobre la que estamos sentados“.

Cuando el ser humano se coloca a sí mismo en el centro, termina dando prioridad absoluta a sus conveniencias circunstanciales, y todo lo demás se vuelve relativo…” dice la Encíclica papal.   

El origen de los problemas es antropocéntrico (lo dice la Encíclica, el IPCC y cientos de científicos); pero creo -estoy convencido- que la solución también lo es

Debemos pensar en una ecología integral. 

Si todas las cosas en el planeta están conectadas, debemos pensar en un a ecología integral. Que incorpore al ambiente, a la gente, a los modelos de desarrollo, a los esquemas de producción. Debemos buscar los puntos de coincidencia entre innovación, producción, inclusión.

Las propuestas de acción del papa Francisco en su documento empiezan por priorizar el acceso al trabajo por parte de todos. Y propone que la solución a los pobres sea “permitirles una vida digna a través del trabajo…” ¿Cómo? promoviendo una economía que favorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarial. 

Hago énfasis en diversidad productiva y la creatividad empresarial. Porque ambas me llevan a pensar en innovación.   Innovación en procesos productivos, innovación en el estilo de vida, innovación en la responsabilidad socio-ambiental. Funciona y es rentable. Un estudio a 5000 corporaciones internacionales -recientemente publicado- concluye que aquellas empresas enfocadas en resultados sociales, ambientales y de gobernanza (ESG*) tuvieron mejores desempeños financieros que aquellas empresas despreocupadas en esa triada. 

Otro estudio demuestra que las empresas que incorporan el manejo del cambio climático dentro de sus cadenas de valor entregan 21% mejores dividendos a sus accionistas. La responsabilidad socio-ambiental y la rentabilidad financiera no son incompatibles, son complementarias. Muchos ejemplo los demuestran.

Alguna vez escuché a Gustavo Manrique -presidente de SAMBITO- decir que “un componente clave de la responsabilidad ambiental es la difusión de las mejores prácticas personales, corporativas e institucionales…” A partir de esta creencia nacieron los Premios Latinoamérica Verde (más información sobre ellos en el sitio www.premioslatinoamericaverde.com).

Los Premios Latinoamérica Verde alientan la participación de gobiernos, organizaciones, empresas, microempresas, comunidades, individuos, que estén trabajando por el agua, la biodiversidad y los bosques, el desarrollo humano y la inclusión social, la educación, el manejo de residuos, la reducción de emisiones, la búsqueda de energías sostenibles. Y reconocen a los mejores 500 casos de responsabilidad socio-ambiental de América Latina en una gala (que se realizará en Guayaquil el 25 de septiembre).

Este ejercicio busca difundir las mejores prácticas. Busca encontrar modelos innovadores. Es un punto de intersección entre responsabilidad, innovación e inclusión.

¿Es posible establecer nuevas formas de producción que incorporen a los más pobres para ayudarlos a lograr una mejor calidad de vida? 

Y la respuesta es SI. Contundentemente si. Urgentemente si.

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