Comprar no lo que no necesitamos, consumir combustibles fósiles en vehículos todo terreno para viajar 2 kilómetros al super, y luego desecharlo todo, ¿es parte de nuestra naturaleza humana?
Oscar Wilde decía que “…Tarde o temprano se llega a esa espantosa cosa universal a la que llamamos naturaleza humana.” Parece que ya preveía la raíz antropocéntrica de la contaminación por elevados niveles de humo; acidificación del suelo y del agua; contaminación por fertilizantes, insecticidas, fungicidas, controladores de malezas y agrotóxicos; contaminación por desechos peligrosos, residuos domiciliarios y comerciales, residuos de demolición, residuos clínicos, electrónicos e industriales, residuos tóxicos y radioactivos.
La naturaleza -plantas, animales, suelos, océanos, aire- ¿están a merced de la naturaleza humana?
Pues en esta crisis social y ambiental que vivimos planetariamente, el papa Francisco lanza su carta Encíclica Laudado Si para el Cuidado de Nuestra Casa Común y genera una sincronía esperanzadora.
“…La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería.”, dice el papa que conmovió a millones de ecuatorianos en su visita pastoral; y la gente -por la presión social, la tecnología, la economía y la política,- “terminan a merced de un consumismo sin ética y sin sentido social y ambiental.”
Una vorágine de compras y los gastos innecesarios.
Y si bien cada capítulo posee su temática propia; seis ejes atraviesan toda la encíclica: la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el sentido humano de la ecología, la crítica a la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida.
Si el planeta está a merced de la naturaleza humana, entonces debemos cambiar los contenidos de ese concepto filosófico. Porque todo está conectado.
“Todo está conectado. Por eso se requiere una preocupación por el ambiente unida al amor sincero hacia los seres humanos y a un constante compromiso ante los problemas de la sociedad.” dice la Encíclica. Es como si todos fuésemos un punto en la circunferencia.
“Si el ser humano se declara autónomo de la realidad y se constituye en dominador absoluto, la misma base de su existencia se desmorona…”, dice el papa Francisco. El problema es que los seres humanos no entendemos el mutualismo como si lo hacen otros seres vivos. Por ejemplo el laurel, los insectos coccoideos y las hormigas aztecas.
Cuando escasea el agua de los árboles de laurel en Ecuador y empieza a desfoliarse, los árboles producen una savia más dulce. Entonces las hormigas hacen sus nidos en las cavidades del tallo y cuidan el follaje; mientras pequeños insectos comedores de savia la hacen más dulce.
La teoría y el sentido común dirían que estas relaciones deberían ser más sólidas en momentos donde escasean los recursos. Pero ¿qué pasa con el planeta y las personas?
Necesitamos asumir una responsabilidad recíproca.
El papa invita a desarrollar una relación de responsabilidad recíproca. Entre nosotros. Entre nosotros y el ambiente. “La conciencia de la gravedad de la crisis cultural y ecológica necesita traducirse en nuevos hábitos.”
Recomiendo la lectura de la Encíclica. Más allá de la critica abierta y dura a nuestros estilos de vida, a la política, a la empresa no responsable socio-ambientalmente, a la economía; el documento conjuga la ciencia con las creencias para argumentar la necesidad de acciones “urgentes e imperiosas” y reafirma la fe en la nueva naturaleza… humana.
- Texto escrito para la edición GREEN de revista COSAS #293. No sé si se publicó.
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