El
otro día conversaba con un amigo. Quiero hacer algo por el Planeta, me
dijo. Pero realmente trabajar en el
problema más grande que sufre el planeta, ¿el calentamiento global?, me
preguntó.
El
calentamiento global es el síntoma de un problema mayor, dije. Es como la fiebre en una enfermedad, en
palabras de José Javier Guarderas.
El
planeta es tema de conversación social, de notas en los medios, de artículos en
la Constitución y las leyes de producción.
De ideas en los departamentos de marketing y de estudios del consumidor.
El
tema es que el verde es un principio corporativo, no un truco
publicitario. Y el marketing verde, una
herramienta para construir marcas verdes o sostenibles.
Empecemos
por la diferencia. Una marca es verde
porque genera menor impacto –que la competencia- en el planeta. Una marca es sostenible porque incorpora en
su ecuación la variable social.
Una
marca no es verde porque cumple con la ley o las regulaciones al respecto, por
cierto.
La
promoción de productos y servicios verdes, el desarrollo de contenidos o medios
verdes, o de green marketing han generado una suerte de confusión y falta de
confianza en los claims verdes.
Sin
embargo, en poco tiempo hemos pasado de las ediciones de National Geographic y las aventuras de Jacques Cousteau
televisadas a considerar el verde una
corriente mainstream.
Hablemos
de marketing verde. Empecemos por
definir que las acciones verdes son un principio corporativo y no una oferta
publicitaria.
Debemos
entender que el marketing verde tiene una misión que trasciende cuidar su marca
–es cuidar el planeta.
Por
cierto, acabo de leer The New Rules of
Green Marketing de Jacquelyn Ottman.
En resumen, ella sostiene que el verde una tendencia prevaleciente. Que es chévere. Que los productos verdes tienen una
funcionalidad similar o mejor que sus pares no-verdes. Que verde añade valor a una compañía,
fortalece a una marca e inspira la innovación de productos y servicios.
Ottman
sostiene que la sostenibilidad representa una necesidad importante en el
consumidor. Que las recomendaciones de
los pares –en redes sociales y conversaciones informales- deciden compras. Y que las marcas debe ser auténticas porque
los consumidores premian –con sus compras- la transparencia.
¿Es
el poder de la imagen eco?
Lo
cierto es que existen industrias cuyos procesos tiene un alto impacto
ambiental. Estas pueden beneficiarse de
una campaña de green marketing. Por ejemplo petroleras, empresas de prospección
y explotación minera, compañías petroquímicas, madereras, papeleras, empresas
agrícolas, la industria del turismo, las empresas de transporte, vehículos.
Pero
también las industrias alimenticias, de cuidado personal, escuelas, los bancos,
las consultoras, los gremios, los Ministerios, la gente en sus casas.
El
público general, en Ecuador, ha incorporado a su imaginario el tema verde. Basta ver alrededor suyo. Hay los amantes de la salud y el ejercicio,
los amantes de los animales, los treehuggers,
los amantes de la naturaleza, quienes conservan recursos, quienes reciclan,
quienes ahorran agua, quienes ahorran luz, los que compran productos orgánicos,
quienes dejaron de usar fundas plásticas, los entusiastas de la vida al aire
libre y quienes llegan al final de este artículo y deciden actuar verde.
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